Alegría es un término absolutamente poderoso. ¿Lo conjugamos?

El otro día fui a un encuentro de amigos, incluyendo servicio de karaoke. «Alegriamos» de tal manera que en el ambiente solo se escuchaban canciones con un elevado sentido de la interpretación, risas, bromas, imitaciones simpáticas de ciertas puestas en escena con carcajada incluida, comentarios de complicidad, el descorchar de botellas de diferentes zumos espumosos o no, voces juguetonas de niños correteando a nuestro alrededor, y un sinfín de acústicas alegrías más.

Cuando uno «alegrea», surgen dulces miradas, abrazos fraternales y fáciles promesas de renovar el contrato para repetir la experiencia en un futuro inmediato. Se agudiza el sentido del ingenio tras el efecto sorpresa de descubrir un nuevo talento en el escenario, inspirando a otro artista a lanzarse a una cascada creativa de interpretación.

Es magnífico «alegrear» con personas donde impera la buena predisposición, la servicialidad y el afecto en cualquier actividad que se realice.

Por ende, no podemos más que practicar el ejercicio del agradecimiento. A la familia que hospeda por atender con toda dedicación y mimo los pre-durante-y post del encuentro. A todos los asistentes por su generosidad en compartir alegrías gastronómicas y talentos tímidamente camuflados, cuya fecha de caducidad expiró ese día. Y por dejar al desnudo un punto de desinhibición fruto de un coctel de ingredientes: algunos servidos en copa, otros en modo «allegretto» en el ambiente, contagio asegurado para seguir conjugando el verbo alegrar.

Que la alegría te acompañe siempre,

Luisa

P.S. Un aplauso alegremente sonoro para todos nuestros hijos!

P.S. Una preciosa niña recordará siempre su a13gre cumpleaños. Alegracias!

P.S. Os dejo con Alegría (Le Cirque du Soleil)