Casi sin querer, ya estamos comiéndonos agosto.
¿De vacaciones? ¿Trabajando? ¿Algún ratito para leer?
No recibo respuestas en este rinconcito, y no sé si a alguien le ha sido de utilidad, o ha leído alguno de los libros de los que hablo aquí, no cómo propuesta obligatoria, si no cómo almacén de sugerencias.
Luisa me dice que sí, que os llega, así que seguiré escribiendo sobre el portátil pensando en que gracias a esta Constelación de Mujeres mis palabras se mantendrán por siempre en la nube.
Hoy me apetece acercaros una novela romántica. Pero de esas que te hacen suspirar. Porque habla de Amor, de Amistad.
¿Cómo no hacerlo si la poesía de Neruda es la que derrite a Beatriz?
Olvidaros de sombras grises, de corbatas y cuartos oscuros. Eso no es romántico ni erótico.
Si queréis viajar al Chile de los momentos pre-Pinochet, a esa Isla Negra en la que el Poeta recibía su correspondencia gracias a Mario, el joven que se hizo cartero sólo por conocer a su admirado Neruda, reservaros un ratito para vosotras y deleitaros con esta historia de AMOR.
De ese que se escribe con mayúsculas.
“ ¿Qué te pasa?
– ¿Don Pablo?
– Te quedas ahí parado como un poste.
Mario torció el cuello y buscó los ojos del poeta desde abajo:
– ¿Clavado como una lanza?
– No, quieto como torre de ajedrez.
– ¿Más tranquilo que gato de porcelana?
Neruda soltó la manilla del portón, y se acarició la barbilla.
– Mario Jiménez, aparte de Odas elementales tengo libros mucho mejores. Es indigno que me sometas a todo tipo de comparaciones y metáforas.
– ¿Don Pablo?
– ¡Metáforas, hombre!
– ¿Qué son esas cosas?
El poeta puso una mano sobre el hombro del muchacho.
– Para aclarártelo más o menos imprecisamente, son modos de decir una cosa comparándola con otra.
-Deme un ejemplo.
Neruda miró su reloj y suspiró.
– Bueno, cuando tú dices que el cielo está llorando. ¿Qué es lo que quieres decir?
– ¡Qué fácil! Que está lloviendo, pu’.
– Bueno, eso es una metáfora.
– Y, ¿por qué, si es una cosa tan fácil, se llama tan complicado?
– Porque los nombres no tienen nada que ver con la simplicidad o complicidad de las cosas. Según tu teoría, una cosa chica que vuela no debiera tener un nombre tan largo como mariposa. Piensa que elefante tiene la misma cantidad de letras que mariposa y es mucho más grande y no vuela – concluyó Neruda exhausto. Con un resto de ánimo, le indicó a Mario el rumbo hacia la caleta. Pero el cartero tuvo la prestancia de decir:
– ¡P’tas que me gustaría ser poeta!
– ¡Hombre! En Chile todos son poetas. Es más original que sigas siendo cartero. Por lo menos caminas mucho y no engordas. En Chile todos los poetas somos guatones.”