He aquí una anécdota que me ocurrió recién llegada a Charlotte, NC (EEUU), después de vivir toda la vida en Barcelona.
Fuimos a una reunión con compañeros de trabajo de mi marido. Yo llevaba en Charlotte un par de meses. Mi marido estaba a mi lado en los diferentes grupitos con los que íbamos alternando conversaciones. Pero en un momento dado, ocurrió lo inevitable. ¡Alguien le tocó por la espalda y tras un efusivo saludo, se pusieron a charlar en tono “allegretto”!
De repente, me encontré en un corrillo con cuatro o cinco extraños que me bombardearon a preguntas con la amable intención de entretenerme.
Conversación en inglés:
P: ¿Por qué zona vivís?
R: Por tal zona
P: ¡Yo también!, me responde mi interlocutora. Y continúa … ¿a qué iglesia sueles ir?
R: ¿Perdón? (Pensé que no había entendido la pregunta)
P: ¿A qué iglesia sueles ir?
R: … Creyendo que estaba bromeando les respondo: ¿mmmm… Starbucks?
Bueno, bueno… ¡Nadie se rio! Yo no me sentí mal porque en el momento pensé que definitivamente me había perdido alguna pieza clave de información en el transcurso del interrogatorio.
Sencillamente ya lo aclararía más tarde con mi marido.
Cambiamos de conversación y continuamos como si nada hubiese ocurrido.
Llegó el fin de la velada y el regreso a casa… Tan pronto me subí en el coche le digo a mi marido: ¡no te vas a creer lo que me ha pasado! ¡Me han preguntado (creo) que a qué iglesia voy, he contestado Starbucks y nadie se ha reído! Era una broma, ¿verdad? Mi marido, entendiendo perfectamente la cultura de su país y en especial de la zona donde vivimos, conocida como el «Bible belt», me contesta atónito: ¿Has dicho qué?????
Efectivamente, sí que entendí bien la pregunta. Lo que no sabía entonces es que esta zona la mayoría de las familias atienden la iglesia con regularidad. De hecho, recién llegada solía caminar a diario por la zona y recuerdo pensar: ¡Madre mía! hay tantas iglesias como bares en Barcelona!
Que conste que respeto profundamente las preferencias de cada cual. Es solo que viniendo de «otro mundo», me pilló totalmente por sorpresa la tendencia del lugar.
Uno aprende lo importante que es conocer las costumbres de cualquier punto del planeta. Tanto si es nuestro destino para vivir, como para hacer negocios o ir de turismo. El respeto, embellece las almas.
¡Un fuerte, largo y apretado abrazo… con todo mi respeto!
A mí me pasó algo parecido. Un día de verano conocí a alguien a la orilla de la piscina y me dijo: «tu cara se me hace conocida… te conozco de la iglesia?» Y yo, pensando que era una broma, le conteste «claro, de la iglesia!».
Unos meses después me la volví a encontrar, y cuando me dijo que no me había visto ya más en la iglesia, me di cuenta que no era una broma.
Luisa qué buen relato y sobre todo con una representación muy real del pensar de nuestro querido Charlotte. He de decirte que pertenecer a una iglesia tampoco es tan fácil. Yo cuando llegué quería cantar en un coro y lo comenté a una conocida y no tuve mucha suerte con ella. Parecía que tenía que pasar por varios escrutinios antes de lograr mi objetivo. Interesante verdad?
Salud por la felicidad!!
Ja, ja, ja… sí a mí también me chocaba esta pregunta al principio. Y a mis interlocutores mi respuesta…
jajajajjaajaa ay Lulis , gente falta de humor ajajjajajaaj . Algo nuevo que aprendi hoy , lo del «Bible Belt» interesante el termino .
A propositoo Antonio hace unos dibujos increibles hasta te maquillo 🙂
«Bless your heart!»
Jajajaja de esas tengo yo unas cuantas .
Te acompaño en el brindis por Antonio. Gran trabajo, sois un gran equipo.
Que buena anécdota ! Ya imagino la cara que pusieron
Es una pena que no hubiese una iglesia llamada Starbucks o algo similar en la zona, te hubiera salvado la vida….jajajaja, pero la verdad es que son chocantes las costumbres locales…
Antonio! Muchas gracias! Me has dejado muy guapa, aunque el vestidito no es del todo de mi estilo, me queda estupendo!
Estrellas, Antonio es el gran amigo que todos queremos tener en la vida… Es el diseñador de las ilustraciones semanales y de nuestro blog. Un brindis por el!