Gracias Aydé!

Cuando uno piensa que ya ha conocido a todos los amigos que tenía que conocer y comido todas las variedades de paella posibles, va una amiga y monta una fiesta donde el más descuidado de los detalles, fue espléndido.
Exquisito entorno, deliciosa comida, impresionante generosidad. Espléndida tu, Aydé.

La mejor de la compañías, entablando conversaciones con gente que en ese espacio de tiempo, se convierten en tus mejores amigos por ser amigos de tu gran amiga. Donde a todos nos acompaña la sensación de confianza incubada tiempo atrás.

Piñatas y baile para todos los públicos.

Y con turno para cada uno de los asistentes. Uno quiere decir: no gracias. Yo nunca le he pegado a una piñata. Pero te ofrecen la varita mágica y te colocan en el centro de la pista, a dar palos de ciego a una estrella de cartón de colorines que se resiste a abrir su corazón para mostrarte sus secretos. Y ahí estás tú, alzada en tus tacones, haciendo piruetas en el aire sin tocar la bendita piñata gracias a que los coordinadores de la polea se encargaban de retarte en cada intento.
Pero el sentido del ridículo brilla por su ausencia gracias a la alegría colectiva que irradiaba el momento.

Días memorables. Para los amantes del agua, un paraíso acuático.
Para los más terrenales, una plataforma ideal para conectar con otros “champiñones”, como yo.

Desconectar para reconectar. Tu fiesta, todo un regalo.

Gracias, Aydé!

Un abrazo de color azul,
Luisa