Se acerca el final de un año, que hace poco menos de un año, era un año nuevo.

Creo que todo el mundo (o casi) se carga de nuevas ilusiones y metas cada comienzo de año. Algunas de ellas (voy a empezar el régimen, voy a dejar de fumar, voy a hacer deporte con asiduidad, voy a aprender «chino»…) se desvanecen hacia el 15 de enero aproximadamente. Porque estamos muy ocupados, la rutina nos absorbe y cuesta incluir en nuestros días nuevos hábitos, sobre todo si suponen un esfuerzo. Pero no importa. Debemos aceptarnos y querernos mucho-mucho tal como somos. Si hace 15 años que te estás oyendo decir que vas a hacer deporte y tus hermosas carnes están cada vez más sueltecitas, quizás quiera decir que así es como el destino, tu fiel galán, quería que fueras. Y para Botero serias la modelo más sensual, femenina y bella que enmarcar en su lienzo.

Aceptación, la doctrina que nos acercará al equilibrio y bienestar interno.

Y tiene sentido que no podamos acoplar las nuevas metas en nuestra agenda. Porque no caben. Primero, tendríamos de crear un espacio para ellas. La manera: abandonar viejas tendencias, hábitos, costumbres, que nos tienen acaparados, pero que ya no nos satisfacen. Lo sabemos, pero las hemos tratado tan bien durante años y años, que se han convertido en los huéspedes agradecidos que no quieren abandonar su confortante espacio (tu). No es fácil, pero se puede hacer. Una sugerencia: hacer una fiesta de despedida. Tiene que ser una fiesta sorpresa, para que no les dé tiempo a preparar una alternativa para quedarse contigo. Así que te pones guapa, te subes en los tacones (o no), te sirves una copa (o no), y te preparas para el evento. Como buena maestra de ceremonias, debes soltar un discurso, con esa gracia que te caracteriza.

«Queridas y antiguas costumbres: Ha sido un camino de aprendizaje convivir con vosotras todo este tiempo. Siempre estaré agradecida con la parte positiva que habéis aportado con vuestra presencia. Pero ha llegado el momento de vuestra partida. Os he comprado un billete de ida (sin regreso) al infinito y más allá. Que os vaya bien. Ahora necesito limpiar y ordenar el espacio, para dejar cabida a la frescura, que viene presentada en flexibilidad. Sé que os pensaré y que vosotras me echareis de menos, pero este es un final de etapa. Aquí tenéis la tarjeta de embarque. Buen viaje y que os vaya muy bien en la Escuela de Reciclaje. Si os graduáis con buenas notas, quizás nos volvamos a reencontrar… «.

Y selláis el momento. Con un beso de despedida, con un brindis, con un suspiro o una carcajada.

 

¡Felicidades!… ¡Lo has hecho muy bien!

 

Salud y prosperidad. Hoy y siempre.

 

Un abrazo constelado,

 

Luisa