Hace unos días asistí a misa. Una misa emotiva que acaparó toda mi atención.
Estaba sentada en un banco que daba a un ancho pasillo horizontal (respecto a la línea de asientos), por tanto, la persona que tenía delante mío estaba a unos 2 metros de distancia. Era una mujer, con un vestido sin mangas con cierre de botón al cuello (visto por detrás). Nada más llegar, me di cuenta de que llevaba el botón desabrochado, pero por la forma del vestido, no había riesgo de que se le abriera o se le bajaran los gruesos tirantes. Al poco tiempo de empezar el servicio, la propia señora se dio cuenta de que el botón y el ojal no iban de la mano. Y ahí empieza la distracción. Brazos por encima de los hombros, la buena samaritana intentaba hacer puntería para que el botón se deslizara entre el ojal, forcejeando con ambos una y otra vez. No lo conseguía, así que desde atrás y porque al hacer el gesto giraba la cabeza y podía ver su perfil, percibía su frustración. Dejaba descansar los brazos y de nuevo al ataque-intento frustrado sin éxito.
Pasados unos minutos y siguiendo la homilía, la señora de al lado, alzaba los brazos en alabanza, mostrando un cordón rojo con etiqueta blanca/precio incluido que caía por debajo de la manga y ponía de manifiesto que estrenaba chaqueta.
Un impulso irrefrenable me invitaba a acercarme a ellas para abrochar el bendito botón y comunicar a la dueña de la chaqueta nueva que la etiqueta colgando no era el mejor accesorio de moda. Pero, por extraño que parezca, sentí que la protagonista de la hazaña del botón quería alcanzar la recompensa del esfuerzo por sí misma. Porque insistía intensamente y con constancia periódica en cumplir su cometido. ¡Ya lo consiguió! Misión cumplida. ¡Qué satisfacción!
Y mientras la etiqueta seguía haciendo gimnasia a ritmo de alabanzas, mis sentidos respondían a las diferentes lecturas y peticiones. Una hora repleta de diferentes sensaciones y emociones.
Un abrazo samaritano,
Luisa
La intención de este blog es unir a todas las personas del universo que crean en la bondad.
Hacer el bien, sienta bien.
Me he divertido pensando en la anécdota , y viéndome allí , y me ha hecho recordar un tema parecido de cuando yo tenía 8años , no lo recordaría si no lo hubieran contado miles de veces en casa
Voy a ello … En las fiestas del pueblo siempre bailaban danzas tradicionales (les gitanes , te acuerdas Luisa ?)
Y al sonar la música se ponían en fila para salir por parejas a la pista , pues bien una bailarina se dió cuenta q le faltaban los guantes , y se los pedía a su padre q estaba en el palco con un bolsito ,… El papa abrió el bolsito pero ,ohhhh cosa extraña , no los encontraba , y yo me puse tan nerviosa , (pues ya tenían q salir a la pista )que puse la mano dentro del bolsito y los saqué
Podéis imaginar la cara de todos , pero no pude evitarlo
Qué observadora Luisa!!!
Qué observadora Luisa!!!
Que bien escribes, mi mente se transportó a ese sitio,Lo más interesante no se que iglesia era, pero mi mente me llevo a Saint Matthews Catholic Church. Me
vi a mi misma en la Iglesias sentada al lado tuyo y no precisamente escuchado la misa, pero atenta al desenvolvimiento del evento, que estaba igual de entretenido a tu escrito ✍️
Que risa !! Que observadora , también preste atención en la que levantaba los brazos para orar , una misa muy hermosa y muy emotiva .