Tormenta de agosto.

Refrescará el ambiente caldeado que hemos soportado estos días en Barcelona.
Perdiéndome en esas ideas que no sé por qué se relacionan en la cabeza me he acordado de Lupita, la heroína de este libro de la Esquivel.
Me confieso admiradora de estas mujeres, de la autora y del personaje, así que os lo recomiendo de corazón.
Lupita es la protagonista de esta novela negra. Es alcohólica, ha sufrido el dolor más grande que pueda vivir una mujer y otros muchos a lo largo de su atormentada vida.
Pero ahí está. Viviendo.
Planchando arrugas para arreglar su mundo.
¡Qué fácil sería poder hacerlo con todo!

«Planchar le aquietaba el pensamiento, le devolvía el sano juicio, como si el quitar arrugas fuera su manera de arreglar el mundo, de ejercer su autoridad. Para ella, desarrugar era una suerte de aniquilamiento mediante el cual la arruga moría para dar paso al orden, cosa que ese día requería más que nunca. Necesitaba llenar sus ojos de blanco, de limpieza, de pureza y con ello confirmar que todo estaba bajo control, que no había cabos sueltos, que, en la esquina de Aldama con Ayuntamiento, justo frente al Jardín Cuitláhuac, no había manchas de sangre.»

Quizás os sorprenda el toque de humor negro, pero seguro que también os emocionará la sensibilidad de esta mujer, la antítesis de la diva mexicana, la representación de tanta mujer que lucha cada día, sin parar.

Se ha acabado la tormenta. Yo me sigo perdiendo.