Lo que es bien-bien el sendero de cada persona…
¡Viviendo en Estados Unidos, uno se acostumbra a los grandes descuentos y a encontrar auténticas oportunidades!
Le pasa a todo el mundo… ¡menos a mí! (y no tengo el “síndrome de Calimero” … me siento… ¡ES-TU-PEN-DI-SI-MA!, ¡con acento en la primera “e”, convirtiendo la palabra en esdrujulísima!).
A lo que vamos…
«Allí donde fueres, haz lo que vieres».
Vas al supermercado, y ves la gente en la caja registradora con su montón de cupones y el gran descuento aplicado una vez los escanean todos. Te quedas ojiplática. Entre el grupo de amigas, la «experta en cupones» nos dio un curso del uso de los tan preciados papelitos. ¡Gracias Gaby!
Entonces decides recortar y guardar en tu monedero todos los cupones que pasan por tus manos. Incluso los de productos que normalmente no utilizas, por si acaso…
Como no estás acostumbrada a utilizarlos, cada vez que vas al supermercado, haces la compra, pagas, y cuando ya has colocado todo en el coche, te acuerdas de los cupones… Mier…!
Bueno, no pasa nada, como vengo tan a menudo, otro día los utilizaré. ¡Efectivamente regreso “otro día” y me acuerdo de los cupones! Saco mi monedero, voy a abrir la cremallera, pero no puedo porque uno de los «cuadraditos de papel» por el que me iban a descontar 40 céntimos, se ha enredado entre sus pirañosos dientes. Me empiezo a «pelear» con el portamonedas. Lo aguanto con la mano izquierda mientras con la derecha, tratando que no se me note, aunque poniéndome cada vez más roja por la intensidad del forcejeo, voy tirando de la cremallera, que se me resiste descaradamente. Por fin la abro (¡pá chula, yo!) … para mostrar el desorden de papeles recortados que ya están arrugados y desgastados de tanto rozamiento (sin broma). Cuando he acabado la operación, la dependienta ya está lista para cobrar. La miro con una sonrisa de oreja a oreja y ante la pregunta de si tengo cupones (porque te lo preguntan), contesto feliz: si, un segundo por favor… y procedo a buscar entre mi desordenada «biblioteca cuponaria». Repaso rápido mental de lo que he comprado y procedo, cual croupier, a la búsqueda del cupón para la ocasión. Encuentro uno. Caducado. No doy crédito a mi bendita suerte y la cajera, súper amable, y compadeciéndose de mí, me sonríe con un «sorry». ¿Será posible? no me puedo creer que yo solita me haya metido en este berenjenal…
Que conste que soy una persona (diría yo) ordenada y organizada. Después de la experiencia monedero, me compré una carpeta pequeña tipo archivador para clasificar los susodichos vales. Este tipo de situaciones (ejemplo supermercado), más o menos parecidas, me pasaron unas 3 o 4 veces, hasta que abandoné esta profesión, entendiendo que no es mi mecanismo de ahorro…
Pero pasa el tiempo y la tentación es tan grande que uno «vuelve a caer». En este caso, en una cadena de cafeterías. Te daban una pequeña cartulina con cinco círculos y por cada consumición, te ponían un adhesivo. Al llegar a cinco, una bebida gratis. ¡Este era fácil! ¡Muy fácil! Por dos motivos. Uno, soy súper cafetera, dos, era un proyecto a corto plazo. Así que un día, después del colegio, invito a mis tres niños a tomar algo. ¡Que mamá tan guai! Pedimos casi $20 en cafés varios, entre «frappuccinos y lattes». Saco orgullosa mi tarjetita para que me pongan los adhesivos. Para mi sorpresa, la joven dependienta, me dice: lo siento señora, solo podemos poner adhesivos por la consumición de bebidas de temporada (¡las típicas que hacen solo para el día del como Santos iba a saber yo eso!) … Ah! bueno, perdón… y, aunque algo «tocada», le digo con el poco estoicismo que me quedaba… pues, creo he pedido una de temporada. A lo que me contesta: si, pero es tamaño pequeño y la promoción es solo para bebidas de tamaño grande… ¡Me entraron unas ganas de pegarle el chicle en la nariz!!!!!
No os preocupéis por mí. No me han quedado secuelas traumáticas ni nada por el estilo. Ya se me pasó el tiempo en que cuando oía: cupón… mi inconsciente contestaba: ¡cupón tú!… Pero ahora, cuando me dan cupones, automáticamente los dejo encima del mostrador para que algún «letrado» en la materia les de buen uso. Ya lo he comprendido y aceptado. El uso de cupones, no es mi departamento 🙂
Aceptación de nuestra propia realidad, una tarea tan simple como compleja… depende de ti. ¿Te aceptas cómo eres? nosotras te queremos así, tal cual.
No quiere decir que no debamos «revisarnos» para intentar acercarnos cada vez más a un mundo de bondad, pero sí que dejemos de ir «contra natura», no sé si me explico…
Aclaración: La cartulina-promoción de los cafés me la ofreció mi marido. No se me ocurrió leer la letra pequeña, donde especificaban las condiciones. Sólo asumí. Cuantas veces he podido pensar de otros: la gente no lee… Esta vez, me tocó a mí. No leí. Touché!
Un abrazo con olor a bosque de abetos (encima de cada uno hay una estrella. Te veooooo…)
Luisa
Os recuerdo que tenemos una página de Facebook: Constelación de Mujeres. La intención de este blog es conectar a todas las mujeres (y hombres que gusten…) del planeta que hablen nuestra lengua. Unir nuestra fuerza interna. Nuestra capacidad de «ver». Porque juntas podemos sembrar la bondad. Con nuestro calor y afecto, el color de la Tierra se acercará cada vez más al color del bienestar. Al color de la bondad. Al color de la Paz. Pensar en todas las mujeres que se han quedado por el camino, para colocarnos a nosotras donde estamos ahora. Hemos de continuar la tarea… compartir…
Solo se de los cupones de Michaels ! Son geniales y amo esa tienda.
Soy mama artista y de una pequeña artista! Luisa Te Saludo y a sentirse estupenda!!! me encanta la palabra hace mucho que no la digo jajajaj uso mucho el me siento b’arbara…
Luisa,
Je, je …Me has descrito a la perfección, paso por paso!
Yo alucino en colores cuando veo a esta gente con los cupones y que los saben ulilizar!
Yo los he llevados desordenados, los he ordenado por categoría, me he comprado la carpeta, he perdido la carpeta, los he metido en bolsas, en el bolso, los he llevado uno por uno y aún así, se me ha olvidado una y otra vez usarlos o no los he encontrado cuando los he necesitado !
Al final lo único que hago con ellos , es sacarlos, ya sin color, cada dos o tres meses… Caducados y súper arrugaditos, para tirarlos a la basura!
Ya me he dado por vencida !
Besos
Muy divertida la metafora, aceptarnos a nosotros mismos implica una profunda interiorizacion primero necesito conocerme y despues aceptarme, aquellos que empiezan ese proceso interior, se sorprenden, lloran, rien, sufren y se divierten, descubriendo todas las facetas que podemos adoptar como personas !!!
Hermosa Luisa, gracias por contribuir a que mi semana inicie con una sonrisa. Como muy seguido sucede, tu escrito me ha hecho reir. Pude imaginar la escena descrita perfectamente 🙂
Estoy completamente de acuerdo en lo que mencionas al final. Aceptar nuestro principio de realidad y nuestra naturaleza. Nada mas bello que eso. Ademas de que la aceptación genuina de uno mismo, nos dará completa paz interior.
Muy lindo recordatorio. Toca estar conscientes de ello en todo momento. Trabajo difícil pero posible.
Un abrazo con todo mi cariño a ti y a todo constelación de mujeres 🙂
Bien dicho! Yo creo que si nos tomamos el tiempo de conocernos y despues de acaceptarnos, ya podemos entonces empezar a salir de nosotros y ver al rededor y ampliar nuestra vision. Asi podremos encontrar nuestra mision. El mundo es ancho y necesita manos y ojos trabajando por el comun.