Kilómetro 0
Amistad, que palabra tan hermosa. En ella radica el verdadero sentido de la vida. Estar acompañado de personas con las que puedes ser tú mismo. Compartir ratos de café, charlas interminables, filosofar, soñar despiertos, despertar del sueño sin importar si se convertirá o no en realidad, sabiendo que lo único que vale es que tu interlocutora sigue delante de ti con ganas de compartir otro café. Cuando uno habla, de alguna manera se ordenan los pensamientos en el aire. Se dan la mano para conectar una frase con otra hasta materializar desde la palabra el micro mundo que eres en ese momento de tu vida. Se oxigenan las ideas. Los sentimientos y emociones se encargan de colorear la cadena de letras que flota entre vosotras. Llegó la hora de escuchar. La voz que llega desde el otro lado te plantea una opción que a ti ni se te había ocurrido. Es ahí, en ese preciso instante, cuando sientes que estás creciendo. Que tu amiga es un tesoro. Que te acaba de aportar un conocimiento que va a hacer de ti, si así lo eliges, un mejor ser humano. La admiras y le das las gracias por haberte regalado una dosis de efecto sorpresa. Te enamoras un poco más de la vida. Van pasando los años y todos esos cafés han dejado un poso de experiencia que ninguna pitonisa podría interpretar. Solo tú. Y si lo permites y te lo permiten, los que te conocen.
En el camino de vida muchas cosas ocurren. Todas ellas son personales, en cierto grado. Si perdemos un ser querido o nos toca la lotería, es personal. El punto es, que cualquier actividad que ocurra en la faz de la tierra, debería ser personal. Si se produce un atentado, es personal. Han arrebatado la vida de unos «hermanos» contra su voluntad. Es una catástrofe y es antinatural. Es personal.
La falta de equilibrio desestructura la armonía de nuestros días. Es personal.
¿Crees que podríamos hacer juntas algo al respecto? Yo, creo que sí.
Hay un período en la vida del ser humano (o al menos en mi generación) en el que es «cursi» decir lo que piensas si ello implica expresarte en términos de amor.
Hay otro período en el que intentar contagiar a los que nos rodean de trabajar juntos para crear un mundo mejor, suena a «idealista».
Otros tiempos en los que estamos tan «ocupados» que no hay lugar para hablar de cursilerías o idealismos. El encasillamiento, solo da de sí para cubrir el expediente de lo que toca hacer: desayunar (hecho), ir a trabajar (hecho), ir a la compra (hecho), ir a buscar a los niños al colegio (hecho) y así con una lista interminable que se acumula en días, y si no le ponemos consciencia, años.
¿Podríamos hacer algo para crear un mundo mejor? Yo, creo que sí.
Estar presente en cada momento. Si tomo un café contigo, lo tomo solo contigo, no contigo y mis 10 grupos de «WhatsApp». Aquí me tienes, cara a cara.
Si tengo algo que decirte, te lo digo. Desde el respeto más profundo hacia ti y hacia mí misma. Si no reparamos en ello, nos dejamos llevar por el tobogán de los hábitos adquiridos. Podemos considerarnos buenas personas, pero no hacer el ejercicio de «revisarnos». Hemos de saber reconocer nuestras faltas, puesto que es más fácil juzgar a los demás que examinarnos a nosotros mismos. Juzgar es innecesario y contraproducente. No es saludable. No resuelve.
Han pasado bastantes años desde mis días de ir al cole y todo este tiempo me ha llevado hasta este punto en el que quiero y decido ser «cursi», idealista y consciente de soltar hábitos que me alejan del bienestar, paz y armonía interna.
Esta historia nos conduce a otra. A la nuestra. Creo que podemos hacer mucho por sentirnos bien y por acompañarnos (aunque sea desde la distancia). Podemos plantar en el mundo una semilla de amor. Amor basado en el bondad. La semilla va a germinar en 5 segundos. El resultado, una sonrisa en tu precioso rostro. Sonrisa que contagiará a quien tengas a tu lado, creando un hilo conductor de «me siento bien». Si millones de personas en el planeta «se sienten bien» al mismo tiempo, seguro que estaremos en proceso de palpar un mundo mejor. ¿Crees que seremos capaces de conseguirlo juntas?… Yo, creo que sí.
Somos una constelación de mujeres. Tú, una de sus estrellas.
Que la fuerza os acompañe siempre.
Os abrazo, una a una, sienta bien…
Luisa
Constelación de Mujeres.