¿Os ha pasado alguna vez que estéis de viaje y os parezca ver a gente conocida por la calle?

Cuando has tenido la ocasión de vivir en diferentes países, hay veces en las que, dejando atrás a vecinos, conocidos y amigos, de repente. ¡Te los encuentras paseando por tu nueva ciudad!… en realidad, no son ellos, sino alguien que tiene todo el aire de aquella persona de nuestro antiguo entorno…

¿Será que tenemos dobles por ahí? ¿Fundas con la misma apariencia física? Es bastante chocante cruzarte con alguna de ellas. Te quedas con el nombre en los labios, queriendo llamar la atención de tu «amigo», hasta que las neuronas registran en un par de segundos que no es la persona que conoces.

Pienso que pasa lo mismo con la voz, la personalidad… igual que ocurre con los olores y los sabores… que la semejanza nos transporta a un rincón de recuerdos donde todas las células del hemisferio izquierdo del cerebro realizan las conexiones de información objetiva, y las del hemisferio derecho, sonríen en secreto conectando momentos…

Tu cara me suena… y me suena bien 🙂

Un abrazo constelado,

Luisa